La historia detrás de la Basílica de Higüey: obra que resguarda el cuadro de la Virgen de la Altagracia

La Basílica de Higüey, también conocida como Nuestra Señora de la Altagracia, es una joya arquitectónica que ha perdurado a lo largo del tiempo, siendo un símbolo espiritual de la República Dominicana.

La construcción de esta imponente obra maestra fue confiada a los destacados arquitectos franceses André-Jacques Dunoyer de Segonzac y Pierre Dupré, quienes ganaron un concurso internacional en 1949.

 

La historia de la basílica se remonta a 1572, cuando un antiguo santuario marcó el lugar donde se manifestó La Altagracia. La necesidad de un nuevo templo condujo a la orden del primer obispo de Higüey, Monseñor Juan Félix Pepén, de iniciar la construcción en 1954. Diecisiete años después, el 21 de enero de 1971, el presidente Joaquín Balaguer inauguróoficialmente la imponente Basílica.

El reconocimiento a su importancia fue rápido; el 12 de octubre de 1971 fue declarada Monumento Dominicano y, apenas cinco días después, el Papa Pablo VI la designó como basílica menor.

En 1973, por mandato apostólico, se convirtió en la catedral de la diócesis de Nuestra Señora de la Altagracia en Higüey.

Ubicada en el corazón de la ciudad, la basílica presenta una estructura en forma de cruz latina. Su puerta principal, hecha de bronce con un baño de oro de 24 quilates, invita a los visitantes a experimentar la majestuosidad del lugar. Un campanario con 45 campanas de bronce resuena en sus terrenos.

La arquitectura de la basílica destaca por los arcos alargados, representando la figura de Nuestra Señora de la Altagracia en actitud de oración. Un detalle notable es la ausencia de la cruz en el arco más alto, presuntamente arrancada por el huracán David en el pasado. Sin embargo, en 2014, una nueva cruz fue colocada, restaurando su simbolismo espiritual.

El interior del templo tiene capacidad para 3,000 personas y en la parte externa hay amplias galerías cubiertas que refugia a los peregrinos de la lluvia y el sol.

Desde Roma, la basílica fue bendecida por el Papa Juan Pablo II, quien también coronó la imagen de La Altagracia con una diadema de plata sobredorada en su segunda visita al país el 12 de octubre de 1992.

Cada año, especialmente este 21 de enero, miles de fieles acuden a la basílica para participar en celebraciones religiosas, peregrinaciones y actos litúrgicos en honor a la Virgen de la Altagracia.

Este santuario se erige como uno de los más visitados en América Latina, siendo hogar de la imagen de La Altagracia, la primera evangelizadora de América y el Nuevo Mundo.

 

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