La alcaldía busca actualizarse para apoyar el auge de los “food trucks”

Desde el año 2015 se ha incrementado la preferencia de instalar este tipo de negocios que comprenden un punto intermedio entre la comida callejera y la de un restaurante

1SANTO DOMINGO. Hace 15 años que Felipe Vergara emigró a la República Dominicana. Buscando una forma secundaria de generar dinero, en marzo de 2015 comenzó a vender comida en la avenida 27 de Febrero desde una cocina móvil instalada en una vieja furgoneta. Tiempo después, a este venezolano le resultó más conveniente rentar un espacio en un parqueo privado en la misma vía…

Un jueves en la noche, Vergara tiene parqueada su Ford negra de 1984 con un letrero grande que dice Na´guará Food Truck. Sus empleados despachan las órdenes desde el vehículo. El olor de carne a la parrilla aviva las papilas gustativas, y se mezcla con más de una decena de vehículos que también se han instalado en el parqueo a vender sus menús, lo que afianza una especie de moda local que es vieja en otros países como los Estados Unidos: los food trucks (o camiones restaurantes).

“Se pensó en hacer el área de un food court de un centro comercial pero a nivel de food truck. Es una forma de emprender nuevos negocios cuando uno tiene pocos recursos económicos”, dice Vergara, que es jefe de cinco empleados.

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    Un empleado del “food truck” de Felipe Vergara frente al vehículo.
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El lugar terminó organizándose, con reglas gastronómicas e identificándose como Food Truck Town. Cada noche, cuando el parqueo no es usado para las actividades cotidianas, se llena de comensales que tienen opciones alimenticias distintas e internacionales.

Está el caso del negocio de Gastón Descalzo, un argentino que abrió Gigi Delicias Argentinas en un pequeño tráiler, o de Juan Carlos Molina, un hondureño licenciado en Informática e instructor de buceo, que en vez de poner un negocio en el ramo turístico, decidió abrir Juancho´s en un Fiat Ducato de 1999. O el de la dominicana Milagros Alcántara, quien desde la clínica donde trabaja como médico internista, se va con su uniforme de doctora a atender Fusión y su menú de comida peruana.

La circunscripción uno del Distrito Nacional es la que más está concentrando este tipo de negocios, que empezó a tener un auge particular desde el 2015, y se apoya en las redes sociales para publicitarse. Operan en horarios que se extienden hasta la madrugada.

Como Food Truck Town, existen al menos dos lugares más en la demarcación, que comprenden un punto intermedio entre la comida callejera y la de un restaurante. Y se proyecta abrir otros, inclusive se habla de hacerlo también en Punta Cana.

Está Lincoln Food Truck Park, que opera en el parqueo de un supermercado con tres camiones que venden hamburguesas, comida tex-mex y pollo en distintas variantes, y cuenta con 16 empleados. Antes de adaptarse para un fin culinario, los vehículos eran usados para servicios de correo o transporte de mercancía. Tienen la particularidad de que son propiedad de una empresa -con más cocinas móviles de este tipo- que también ofrece el servicio de contratar las unidades para actividades particulares, como cumpleaños o eventos empresariales.

La noche de un martes, sentado en una de las mesas ubicadas frente a los vehículos y mientras suena una música de ambientación, Gabriel Pimentel, representante de Lincoln Food Truck Park, dice a Diario Libre lo que considera la clave del auge de estos negocios: “El toque de informalidad”.

Vista de los camiones de Lincoln Food Truck Park.
Vista de los camiones de Lincoln Food Truck Park.
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    Un empleado del “food truck” de Felipe Vergara frente al vehículo.
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Una inversión considerable

Una modalidad usada en este tipo de negocios es que los dueños de los food trucks ubicados en estacionamientos privados pagan una renta por el uso de un espacio del tamaño de una unidad de parqueo. “En este de aquí (un espacio) puede estar costando un promedio de 35 a 40 mil pesos, más o menos”, dice Vergara al referirse a Food Truck Town.

“Hay parqueos que pagan 60 mil pesos”, también explica la doctora Alcántara. A esto se suma el gasto para adecuar el vehículo y la cocina. “Mi carrito, por ejemplo, salió en un poquito más de medio millón de pesos”, explica.

Los del negocio que representa Pimentel son más elaborados y adaptados a la medida. Él estima que preparar uno para convertirlo en un food truck costó entre RD$1.2 millones y RD$1.5 millones.

Datos sobre el origen de los “food trucks”
 

En los Estados Unidos se servían alimentos desde vagones durante la Guerra Civil. En la década de 1950, los vendedores de helados empezaron a aparecer en las calles en camiones modificados. En la década de 1960 se hicieron notorios los “food trucks” de tacos y hamburguesas. Durante la Segunda Guerra Mundial, se volvieron comunes en el Reino Unido.

Existe un concurso anual llamado The Vendy Awards que premia a los mejores vendedores de comida callejera en Nueva York y otras ciudades. En 2014 se estrenó la película “Chef”, en la que un cocinero desempleado emprende un negocio de “food truck” que resultó exitoso.

Llevando los food trucks a los espacios públicos

La esencia mundial de estos puestos de alimentos es que sean itinerantes. El director de Defensoría y Uso de Espacios Públicos del Ayuntamiento del Distrito Nacional, Aníbal Díaz, destaca cómo los tradicionales buhoneros locales se están diversificando para probar con negocios más grandes como los camiones restaurantes. Por lo tanto, considera que la municipalidad debe adaptar sus normas a las innovaciones comerciales.

Informa que el Ayuntamiento tiene más de una decena de solicitudes de permisos para operar food trucks en espacios públicos, pero que por el momento no los están concediendo. Explica que la razón es que está en proyecto modificar la normativa 9/2012 sobre uso de espacios públicos para que estipule directamente cómo manejar las licencias para esta clase de negocios.

“Hay condiciones legales que permiten en base a esa normativa (la 9/2012) el yo decirles tú puedes operar, pero si les cobro lo que dice la normativa les voy a cobrar como si fuera una paletera”, dice Díaz. Considera que las licencias deberían ser en base a la capacidad del negocio y a una tasación del food truck.

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La normativa 9/2012 del Ayuntamiento del Distrito Nacional establece que los interesados en ejercer el comercio en las vías y espacios públicos deben tener una licencia emitida por la Alcaldía. Para la venta de alimentos y bebidas, corresponde recibir un evaluación, calificación y no objeción por parte del Ministerio de Salud Pública. Además, si usan gas o cualquier otro medio para generar calor, deben aportar una certificación del Cuerpo de Bomberos.

Al consultar al Ministerio de Salud Pública, se informó a Diario Libre que se contempla capacitar a los vendedores de food trucks con el Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep) para fines de que obtengan su licencia sanitaria y regularlos.

Mientras tanto el personal de la institución ha observado que los que trabajan en comunidad en parqueos privados, “en el mayor de los casos cuentan con buenos equipos y materiales de trabajo en acero inoxidable, trabajan con criterio y reúnen las condiciones para operar”. También que “el equipo humano en su mayoría son chefs o cocineros profesionales y otros aún necesitan ser capacitados (…) Manejan control de sus desechos sólidos manteniendo limpia el área y tienen un baño para ofrecerles a sus clientes, y que mantienen en condiciones aceptables”.

Díaz asegura que el alcalde del Distrito Nacional, David Collado, “tiene dentro de su visión el tema de los food trucks”. “Él concibió una ciudad dinámica, del siglo XXI, donde ese tipo de negocios existen. Usted se va a Miami y se va a encontrar con muchísimos food trucks (…) Al final el espíritu de él es que todo eso vaya dentro de una normativa que no sea selectiva”, agrega.

Propietarios de estos emprendimientos manifestaron su interés en que se avance con los permisos para poder operar libremente en los espacios públicos. “Queremos hacer una propuesta para que ellos tengan una base de trabajo con respecto a nosotros –dice Vergara-, y podamos tener un espacio donde haya una armonía entre lo que sería el Ayuntamiento y lo que sería la propuesta de trabajo, porque mal que bien esto genera empleos”.

Ya se está en los aprestos de formalizar la Asociación Dominicana de Food Trucks, de la que Vergara es secretario.

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